Estos años son la transición hacia los inicios de la personalidad adulta y es de suma importancia respetar la evolución individual del alumno. Supone la necesaria complementación de las energías físicas con las anímicas para poder armonizar y equilibrar los impulsos que nacen de la voluntad, que explotan con toda su vitalidad durante la pubertad y nos exigen canalizar esta fuerza hacia el sano desarrollo del cuerpo, el alma y el razonamiento.